Centa Reck
Sábado, 12 de mayo de 2007
La protesta plantea que la senadora Zurita fue discriminada porque usaba pollera, razón por la que desconfiaron de ella y de su pasaporte diplomático y la senadora exige ser compensada por la línea aérea por los daños y perjuicios ocasionados, así como por el trato discriminatorio que le fuera inflingido.
Nos parece oportuno exigir que no haya trato discriminatorio para los ciudadanos que se trasladan o viajan de un punto del mundo a otro, pero lo que nos resulta sorprendente es que sólo la situación sufrida por la senadora y anteriormente por el canciller Choquehuanca, quien también se quejó de un trato discriminatorio, sean los únicos casos que hayan sido tomados en consideración para establecer formalmente una denuncia. Si hacemos memoria, precisamente en la actual gestión del MAS, cientos de ciudadanos bolivianos han sido maltratados, estafados, discriminados y deportados en los aereopuertos internacionales, sin que esta situación hubiera provocado la más mínima reacción de la cancillería y de las organizaciones ahora denunciantes. Llama la atención que sólo la senadora Zurita o el canciller Choquehuanca tengan la posibilidad de reclamar por la violación de sus derechos, en un país en el que los pasajeros han retornado después de haber perdido todos sus ahorros sin la más mínima posibilidad de hacer un reclamo y después de haber sufrido violencia física y psicológica en oficinas migratorias en el que fueron encerrados por horas, incomunicados, insultados y humillados, antes de ser deportados en condiciones infrahumanas, para llegar al país a afrontar la dura realidad de haber perdido todos sus ahorros por intentar salir de la condición de precariedad y de falta de un empleo digno, que es una de las situaciones más comunes en el momento actual, a raíz de que la clase media ha caído y sigue en picada vertiginosa pasando por la pobreza, que tiene como último piso la indigencia.
Los pequeños o medianos empresarios que surgieron entre los 90 y el 2000, han fracasado y quebrado en sus iniciativas empresariales y la clase profesional sólo accede a empleos devaluados o se encuentra desempleada, dedicándose a empleos ocasionales, razón por la que una gran cantidad de personas se ve obligada a emigrar.
La senadora Zurita, y el canciller Choquehuanca son de los pocos afortunados, que a pesar de haber sido discriminados en el exterior regresan a su país y tienen la posibilidad de quejarse y de ser escuchados y además cuentan con un empleo seguro y que es fuente de reconocimiento social y estatus, situación a la que parecen haberse acostumbrado de manera vertiginosa, tanto así, que sólo se quejan por lo que les ha ocurrido a ellos, olvidando el terrible destino de miles de personas que han sufrido y sufren peores situaciones de maltrato, discriminación, humillación y hambre, acompañada de una estrepitosa caída en la pobreza.
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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