Por Constanza Vieira
BOGOTÁ, 18 ago (IPS) "Te vi lindo como siempre", fue el mensaje radial que Olga Valderrama le mandó a su hijo, el cabo del ejército Antonio Sanmiguel, tras conocer un vídeo enviado por las FARC, la guerrilla que lo mantiene prisionero en algún lugar de la selva colombiana.
Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) entregaron el lunes las pruebas de supervivencia de Sanmiguel, de 25 años y capturado en combate en mayo de 2008, y del mayor de la policía Guillermo Javier Solórzano, de 33 años, secuestrado en junio de 2007 sin que participara en algún enfrentamiento contrainsurgente.
"Fortaleza. Yo acá no estoy vencido. Solamente estoy cumpliendo una cuota, que por mi profesión es necesaria", dice Sanmiguel en el vídeo para tranquilizar a sus familiares.
En cuanto a Solórzano, esta es la tercera prueba de vida. Otras 21 familias de militares y policías que las FARC mantienen cautivos vieron esta vez frustrada la ilusión de obtener una grabación de los suyos.
"Van a llegar más pruebas en el transcurso de los próximos días, es importante que las familias lo sepan", dijo a la prensa la senadora liberal Piedad Córdoba, líder del movimiento Colombianas y Colombianos por la Paz (CCPP), que desde hace un año mantiene diálogos públicos con las FARC.
El problema es que los portadores de los vídeos se exponen a "que los metan a la cárcel, los acusen de terrorismo", señaló la senadora, "nadie se arriesga".
Los oficiales y suboficiales de ejército y policía en poder de las FARC "sólo serán liberados mediante un canje" por guerrilleros encarcelados, reiteró la semana pasada en entrevista a la revista bogotana Cambio el comandante "Alfonso Cano", nombre de combate del jefe de esta guerrilla surgida en 1964.
El presidente de Colombia, el derechista Álvaro Uribe, rechaza totalmente el canje de prisioneros, aunque hasta comienzos de año sostenía que estaba dispuesto a aceptar todas las entregas unilaterales que hicieran las FARC.
Pero el mandatario cerró la puerta desde que esa guerrilla anunció el 16 de abril su decisión de liberar unilateralmente al cabo del ejército Pablo Emilio Moncayo y entregarlo a CCPP y a Córdoba.
No la abrió tampoco cuando el 30 de junio las FARC anunciaron que además entregaría sin contraprestación a Josué Daniel Calvo, soldado de la contrainsurgencia.
Algunos sospechan que esa decisión presidencial se relacionaría con nuevos intentos de liberación mediante rescate militar, o de soborno a la guardia guerrillera, o que el gobierno espera aprovechar la inteligencia estadounidense que se estacionará próximamente en las bases militares del país.
Sea como sea, el gobierno está apostando al mismo tiempo a socavar el canje a su manera.
Avanza en una estrategia poco publicitada, consistente en prometer beneficios judiciales a guerrilleros de las FARC presos, con el fin de que se desmovilicen dentro de la cárcel y, llegado el momento, se retiren de la lista de canjeables.
IPS conoce que actualmente el gobierno entrega pagos mensuales de cerca de 450 dólares a un número desconocido de guerrilleros presos, además de auxilios de educación y vivienda para sus familias.
Las FARC han declarado objetivo militar a los guerrilleros que se acojan a esos ofrecimientos, que emisarios oficialistas les plantean con discreción.
El resultado es que la propia dirigencia guerrillera desconoce cuántos de los combatientes que pretende canjear se han salido así de esa lista que, por cierto, tampoco ha sido publicada nunca.
Otro hecho es que las FARC ya no tienen "canjeables" civiles.
Trece de los políticos en su poder tiempo atrás fueron muertos en cautiverio, dos más se fugaron, una Ingrid Betancourt resultó liberada mediante la incruenta operación "Jaque" de inteligencia militar, y los ocho restantes quedaron libres por las gestiones lideradas por la senadora Córdoba, seis de ellas con la participación del presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
La Asociación Colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza Pública Retenidos y Liberados por Grupos Guerrilleros (Asfamipaz), que asiste a las reuniones de CCPP, prefiere el canje de prisioneros mediante un acuerdo entre el gobierno y la guerrilla, "el milagro del acuerdo humanitario", como lo llama Solórzano en su prueba de vida.
"Siempre hemos pensado que en el país hay secuestrados de primera y de segunda", dijo a IPS Marleny Orjuela, presidenta de Asfamipaz. Si el cabo Moncayo o el soldado Calvo fueran políticos, "el presidente hubiera puesto el corazón", sostuvo.
"Humanidad, humanismo. Es nuestra petición desde hace muchos años: que el presidente Uribe le ponga corazón a la liberación de militares y policías secuestrados", agregó.
"Lo peligroso de estos rescates es que haya muertos y en este caso sean soldados y policías. Se tiene mucho cuidado cuando se trata de personajes de la vida nacional, o a nivel internacional, como fueron los casos anteriores. Pero parece que en este caso, por tratarse de soldados y policías, ellos tienen como designio la muerte", advirtió la senadora Córdoba este martes.
El cabo Moncayo fue tomado prisionero en diciembre de 1997, cuando tenía 18 años, en un ataque de las FARC a una base militar de telecomunicaciones.
Su padre, Gustavo Moncayo, conocido como el "Caminante por la Paz", ha recorrido a pie y en lancha gran parte del país para exigir su liberación. También ha recurrido sin éxito a instancias jurídicas para presionar el canje, ha pedido al ombudsman (defensor del pueblo) la revisión de todos los fallos que le han sido adversos y ha tocado puertas internacionalmente.
"Imagínese cómo estamos nosotros", comentó Moncayo a IPS sobre la angustiosa espera de estos cuatro meses, "impotentes ante todo esto".
Él y su familia sueñan con el día en que Uribe decida decir que sí acepta que la senadora Córdoba acuda a recibir al cabo de manos de las FARC. "Mientras tanto seguimos con nuestro dolor, nuestro sufrimiento", dijo.
Moncayo tuvo que renunciar a su cargo como profesor de secundaria y viaja permanentemente, sosteniéndose con dificultad y gracias a los aportes de organizaciones y personas.
Desde hace cuatro meses pasa buena parte del tiempo en Bogotá. "No, profesor Moncayo, qué le voy a cobrar", le dicen muchas veces los taxistas.
"A donde quiera que voy, la gente no deja de saludarme: 'Profe, ¿cómo está?', me muestran un cariño muy grande", contó. Se toman fotos con él, lo invitan a almorzar.
Pero siente que no tiene el respaldo que realmente necesita, "un apoyo contundente que permita la liberación de Pablo Emilio".
Desde que comenzó la cruzada por la libertad de su hijo, a mediados de 2007, el profesor Moncayo lleva una cadena atada al cuello y a las muñecas, para recordar lo que Pablo Emilio está padeciendo, explica.
Exhausto tras un viaje de 27 horas en autobús desde su casa en Sandoná, en el sudoccidental departamento de Nariño, sólo se abriga con una camiseta de algodón de manga corta en la fría noche bogotana y con fotos impresas de su hijo, su esposa Stella, su hija Tatiana, junto al texto "quienes no olvidarán la belleza de una mañana libre".
La frase proviene "de una carta que nos envió Pablo Emilio hace muchos años, en 2000, o antes", hace cuentas el profesor. "Me pareció linda y desde entonces la adopté como eslogan", agrega.