La creación de un régimen de arbitraje vecinal en la Ciudad de Buenos Aires es un camino que puede contribuir a darle mayor celeridad e inmediatez a la resolución de conflictos. Este mecanismo comenzó a funcionar en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad para problemas como los de medianería, ruidos molestos, filtraciones, incumplimientos contractuales y daños y perjuicios. El arbitraje funciona de un modo voluntario, pero permite evitar el pesado camino tribunalicio.
A través de la elección de un cuerpo de árbitros, las partes pueden resolver un diferendo en menos tiempo y sin los costos de los estrados judiciales, pero con los mismos efectos de la Justicia, ya que la resolución termina siendo homologada por un juez y admite la apelación ante una Cámara de Apelaciones.
De esta manera, los porteños comienzan, por lo menos en materias del orden civil y comercial, a suplir la carencia de una Justicia ordinaria propia —todavía ella se encuentra en manos de la Nación—. De promoverse y aceptarse el mecanismo, indirectamente se ayudará a mejorar la labor judicial, al reducirse el número de pleitos en trámite.
Esta iniciativa recuerda la necesidad de promover mecanismos alternativos para resolver cuestiones de menor cuantía que hoy inundan a los tribunales. Por otro lado, no debe olvidarse que aún están pendientes de implementación los Tribunales de Vecindad que, según la Constitución porteña, deben funcionar en cada Comuna. Es necesario, entonces, que se promuevan el arbitraje, la mediación y los tribunales vecinales o de menor cuantía para los conflictos civiles y comerciales, sin dejar de revertir el cuadro crítico por el que atraviesa la Justicia.
La implementación, por parte de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, de un sistema de arbitraje es un paso que permite obtener decisiones rápidas y sin costo, descongestionando al sistema judicial.
RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ
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